Un pueblo culto, como al que debe de servir el Gobierno del Estado, es uno con capacidad para transformar su entorno y decidir su propio destino.
Un pueblo culto es uno con mayor sensación y posibilidad de bienestar.
A través del trabajo de esta destacada pintora y escultora queda claro, una vez más, que el espíritu hace uso de un lenguaje universal, comprensible por la sensibilidad común a los seres humanos, sin importar la latitud en la que se encuentren o pensamiento que profesen.
El arte, sin proponérselo, logra equidad –en esencia– en los espectadores que se le aproximan.